Primero de todo, quiero diferenciar de manera breve la publicidad emocional de la racional. La emocional, como su nombre indica es la que actúa en los sistemas cerebrales con gran facilidad, y se puede llegar a obtener un recuerdo sobre el anuncio y la marca en cuestión tal vez inolvidable.
Por otro lado, está la publicidad racional, que se fundamenta en contenidos lógicos e informativos, que sólo demuestran la utilidad real que puede alcanzar el producto o servicio en cuestión.
Todo creativo publicitario, es consciente de que tocar la emoción del ser humano es garantía de éxito, pero siempre y cuando lo hagas todo correcto y no dejes ningún fleco suelto, ya que son muchas las marcas que aprovechan el sentimiento emocional, para plasmar las malas artes que realizan mediante su proceso de producción, pero recurren a la emoción para esconderlo, y dar buena imagen. Existen ejemplos como ciertos bancos, o marcas que recurren a la emoción como vía de escape ante sus malas artes.
También cabe destacar que existen estudios que certifican que para luchar contra el estrés de los consumidores, los anunciantes deben de intensificar una publicidad que suscite emociones más positivas, ya que así actúan como una pequeña terapia, modulando los mensajes para aliviar ciertas emociones negativas que se pueden tener en fechas señaladas, y así crear un estado de ánimo más positivo. Suelen generar insights (una visión interna del consumidor que tiene el creativo).
Otros anunciantes van más lejos, y sin mucho presupuesto, son capaces de crear un clima de felicidad y expectación en lugares tranquilos, que generan que la marca gane notoriedad, y sobre todo gana una relación con la felicidad y el buen momento que pasa, que puede que nunca de otro modo pueda conseguirlo, como es el caso de este centro comercial: